Cada cierto tiempo, se genera una polémica sobre Talismán, un juego de fantasía con poca capacidad de decisión por parte del jugador. Tan poca, que se le ha llegado a comparar (despectivamente) con la Oca.
Pues yo
soy uno de los que les gusta el Talismán, y he estado dándole vueltas a la
cabeza sobre su comparativa con la Oca y la falta de decisiones que tiene el
juego (tan sólo elegir mover en una dirección u otra, y modificar la tirada con
los puntos de destino y poca cosa más). ¿Porqué nos divierte esto? ¿Porqué la
Oca, o juegos de recorrido con el más puro azar entretienen desde hace tantos
años a la gente? Bien, aquí van mis dos céntimos: la diversión de un juego no
tiene porqué ir relacionada con su amplitud de estrategias; si esto fuera así,
se podría hacer una lista exhaustiva de juegos más divertidos de mayor a menor,
en función de su profundidad estratégica. Y llegaríamos a la conclusión, de que
un World in flames, o el ajedrez, son
más divertidos que un Aventureros al Tren, por poner un ejemplo.
¿Se necesita un mínimo de toma de decisiones
para disfrutar (divertirte) con un juego? Mi opinión es que no. Cuando vas al
cine a ver una película, no tomas ninguna decisión: te limitas a ser un simple
espectador de lo que acontece. Y sin embargo, te diviertes. Igual que si lees
un libro. Así que a un juego, como otra forma de ocio que es, también puede aplicársele
esta máxima: no es necesario ofrecer decisión para obtener diversión.
Entonces…¿qué hace un juego así divertido?
Pues la incertidumbre. El azar. Precisamente la falta de capacidad para evitar
nuestro destino, ser simples espectadores de nuestro paso por el tablero; ya la
Oca reflejaba eso en sus orígenes, con un simbolismo que lo convertía en algo
más que en un “tiradados”, como está considerado hoy. La Oca era la simbología
del camino del hombre por las etapas de la vida, y posiblemente se jugara como
un test de la propia suerte vital del individuo. Ganar a un juego de azar puro
te anima a creer que la suerte está de tu lado, que la vida te sonríe. Ver a
los demás fracasar allí donde tú has tenido fortuna, es algo muy arraigado en
el subconsciente de supervivencia del mono que somos. Soy superior porque el
destino así lo quiere. El problema es que la Oca ha perdido esa simbología con
el paso del tiempo. Y ahora tenemos Talismán. Un juego con un mínimo de
decisiones, y que sin embargo ha sido jugado durante décadas y nuevamente
reeditado con éxito. ¿Porqué? Porque al margen de su poca estrategia, el juego
es capaz de contar una historia. Es como ver una película de fantasía. Su
mérito es involucrarte en el mundo de ese tablero, de esas cartas con sus
textos literarios de ambientación. Y gracias a esa inmersión, se recupera el
placer de vivir una vida ajena (la de tu aventurero) casi como mero espectador,
pero a la vez, jugando de nuevo a desafiar a los designios del azar.
La incertidumbre, creo que es la clave. El
enfrentarte a algo que no vas a poder controlar, dejar las riendas de tu
destino en manos del azar, no tener que tomar decisiones, simplemente “ver la
película” o “correr la carrera”. Tanto meditamos en nuestra vida acerca de
todo, que a veces un juego “simple” o incluso de azar puro, puede permitirnos
por un rato desconectar nuestra mente racional y conectar el lado irracional,
aquel donde podemos creer en nuestra propia fortuna, ese que nos hace soplar los dados como para insuflarles poder
antes de hacerlos rodar.
Y esa incertidumbre, que es común a una película,
un libro, o un juego de azar, es lo que nos hace divertirnos con este tipo de
juegos.
La experiencia de Talismán con respecto a
Runebound es distinta. En el primero, busco dejarme llevar por la película que
cuenta el juego (es como ver una y otra vez la Princesa Prometida); en el
segundo, trato de decidir mis mejores opciones, tienes un control que te obliga
a pensar. Y a veces pensar no es tan divertido como soplar dados.
Por cierto, y volviendo a la Oca, he encontrado esta entrada en un blog, donde podréis admirar una maravillosa colección de tableros de este juego. La gran mayoría de ellos son preciosas obras de arte.
Excelente artículo. Justamente me encontraba meditando sobre el asunto, porque he encontrado a varias personas que realmente detestan los juegos con azar, sobre todo si el componente de éste es muy alto dentro de un juego. Pero en efecto, el problema es que para esa persona un juego con azar no es divertido. Para muchos otros sí, y en efecto la incertidumbre lo puede explicar...
ResponderEliminarGracias! es que siempre se menosprecian todos los juegos que no tienen una carga estratégica, y me apetecía romper una lanzar en favor de "los otros"...xd
EliminarMe has quitado el post de las manos ;). Hacía tiempo que quería ponerme a hablar de por qué la Oca o el talismán son juegos magníficos, simbólicos, eternos.
ResponderEliminar¡Pues escríbelo, también! Me encantaría leer tu post, ya que compartimos la misma idea. Seguro que tienes mucho más que añadir. Y si lo escribes, enlázamelo. ¿Cual es tu blog?
ResponderEliminarInteresante punto de vista.
ResponderEliminarPero me temo que no estoy de acuerdo, al menos en parte. Es cierto que un juego dirigido por el azar puede ser divertido y desde luego tienes incertidumbre respecto a lo que va a suceder, pero igualmente puede ser sumamente aburrido y tedioso, el azar es el azar. Utilizando tu símil de las películas y los libros es como leer un libro o ver una película elegidos al azar, puede tocarte una interesante o un soberano tostón.
En cualquier caso es, evidentemente cuestión de gustos. Personalmente me gusta el azar, pero no confiarlo todo a ese azar.
Un saludo.
Estoy completamente de acuerdo, a mí me encanta cuando el azar determina situaciones en la partida que te hace entrar en crisis con tus pronósticos y te obliga a reformular tus acciones. Aunque en el caso del Talisman no me mola lo que sería el tablero y la sensación de estar dando vueltas, ni tampoco la temática, pero claro, aquí entro en cuestión de gustos. Pero vaya, que a veces uno no se siente del todo satisfecho dejándose las neuronas en recordar reglas y visualizar posibles jugadas y mueve esto aquí y allá, a veces es más distendido y divertido que haya elementos inesperados, al fin y al cabo lo bueno es pasárselo bien y no estar todo el rato controlando la situación de juego. Buena entrada.
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