martes, 14 de febrero de 2012

Si piensas que es imposible cambiar el mundo...

   Hace un tiempo, encontré en la web este maravilloso cuento de Jorge Bucay; sin ser éste escritor santo de mi devoción (por norma, no me gustan demasiado los libros de autoayuda o con moralejas facilonas), tengo que reconocer que el relato me conmovío profundamente, y me hizo plantearme a veces hasta qué punto estamos domesticados, vencidos y derrotados por tantas y tantas cosas en esta vida. Viviremos y moriremos sin poner jamás a prueba nuestras verdaderas fuerzas, como el elefante del relato. Quizá en la sociedad actual en que vivimos, estamos atados a estacas similares.

  Pero os dejo con el cuento...


"Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante.
Durante la función, la enorme bestia hacía despliegue de su peso, tamaño y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?. ¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapa porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: “Si está amaestrado ¿por qué lo encadenan?”
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.
Con el tiempo me olvidé del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él.
Juraría que se durmió agotado y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a sus destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no escapa porque cree –pobre– que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro.
Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad… condicionados por el recuerdo de «no puedo»… Tu única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento todo tu corazón…
JORGE BUCAY"

2 comentarios:

  1. Este cuento es aplicable a las pulgas amaestradas... y a los humanos , claro :) . La mayoria de las veces nosotros mismos nos ponemos nuestros limites, aunque sean falsos.
    Un saludo.
    ACV

    ResponderEliminar
  2. En mi muro puse algo parecido "lo que queramos creamos". Si tu quieres pensar que eres un ser desbalido e indefenso lo seras y no podras enfrentarte a nada en la vida. Sin embargo si tu quieres creer lo contrario que eres fuerte y capaz de enfrentarte a cualquier reto te comes el mundo. Solo hay que creer con todos los sentidos a cien por cien lo que quieres sin ninguna duda y eso que quieres sera, se hara.

    ResponderEliminar